La
traición se viste de emoción,
y
las flores del cambio son de piedra
con
el vacío exclusivo de mi otro yo.
Se
levanta mi cuerpo enrollado en cadenas
y
la traición es mi sangre espesa,
en
caminos libres de pensamiento,
donde
el alma siente la emoción,
y
no la traición, latente, callada.
Ilumina
las sombras en una canción
destino
clavado en un crucifijo,
golpeando
mi boca para no hablar.
Y
no pienso en el dolor,
solo
en la emoción, clavada en mí pecho,
caminando
entre mis Ángeles negros,
dejo
que me acaricien sus alas,
para
calmar mi ansiedad.
Dejo
que me quemen sus manos,
para
ver si despierto, pero no…
No
estoy dormido,
mis
ojos no están cerrados
¿Que
hago si el destino esta marcado?
Y
si soy un caminante,
sin
camino, sin pasos al andar…
Con
el seño relajado,
esquivo
piedras cayendo del cielo.
Y
siempre una sonrisa, a veces mentirosa
como
el volar de las mariposas,
entre
fuego y milenios esperando,
rasgar
mi espalda, con la daga en tus manos
gritando
de alegría en la noche
acariciando
las ansias del tiempo
mordiendo
la carne en nuestro pensamiento,
gritando
y riendo, volando y cayendo
de
un cielo que construimos los dos
Hace
mucho… en otra vida…
Cuando
se unieron la sal y el sangre,
y
la traición no tenía emoción,
el
vació solo era vació,
combinado
con el hastío
...y
así dormir entre flores de cambio,
queriéndote,
deseándote, negándote
cerrando
mi ojos para no dormir
imaginándote,
en mis brazos.
El Desaparecido
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