sábado, 26 de abril de 2014
jueves, 24 de abril de 2014
La desafinada respiración que se amalgama al surrealismo
De esos burdos que confunden la
sincopación de las notas con la sin compasión de sus almas. De esos
planeo librarme.
Yo diría que el surrealismo es un
jazz. Claramente.
Habrá cosa más temprana al
surrealismo que el jazz.
Cuántas notas amargas se calcan en la
imprudente dulzura del ente musical, o cuántas lagañas se forman en
la retina espiritual del mundo, hasta que el principio de mi
desafinada respiración muere.
Cuán desesperada puede ser la
condición surrealista cuando cada membrana de tu ser se preocupa por
ahogar la ráfaga naufraga de tu pecho ardiendo en inicuo, agazapado
temblor.
Alucino que el surrealismo es real (no
realista) cuando conduce a los sitios obscuros alojados en luz, es por eso que, planear el surrealismo
es tan burdo como planear los síntomas de una enfermedad que se
quiere padecer.
Ser realista empeora los síntomas de
esta falta de Realidad en la que “vivimos”, porque hacer desvelos
de algarabía analista es mal honrar los pasos tempranos del misterio
de la respiración física y oxigenación del cabello espiritual.
Todo es pregunta, manténgase en
paracentesis mientras no pueda confundirse con lo contrario.
Decir que uno es surrealista como medio
para andar dejando suelto al inconsciente, es un infantilismo brutal
y una violación al infantilismo (pues, el niño ya ha muerto desde
el preciso instante en que se les ocurrió llamarlo “niño”) y es
como decir, que uno es bipolar para justificar sus extremos en vía
indecente, y es como, si en alguno de los dos casos, estuviera
Realmente comprometido el lóbulo frontal, que lo está realmente
pero no Realmente. (Entiéndase las mayúsculas como clara nota de
Divinidad).
Decir que uno es surrealista como
sinónimo de padecer un trastorno psicológico, es preguntarse qué
no es trastorno en esta vida.
Qué estarán las lágrimas del alma
romántica (de la tara anímica) planeando hacer mañana con esta
anticipación inadecuada de latidos, un tanto inhóspita, por decir lo
menos, respecto al superficial abismo de las luctuosas cuentas
pendientes sin fin con el destino, lamentable abismo en el que planea
ciegamente hundirse, será mejor que aprenda a nadar sobre la
expiación.
Porque esta tormenta atornillada en las
venas viene dejándome brisas sin nombre, pasos como hojuelas de sal,
de queso, de serpiente, serpenteandome el destino del plato dinámico
de la aporía gratuita de ser “yo” en mí, en ti, en todos y en
ninguno.
Esta visión anular del mundo, que me
hace señalarlo todo como equivocado, me imposibilita (no me siento
imposibilitada) contradecir la fiebre aguijoneada de mi mitral roto
sin causa ni martirio,
porque sin acertijo ¿no hay solución?
Porque sin los pasos errados de las brisas extraviadas en mi grito
frecuente ¿no hay anhelo vampírico de calor? ¿No hay sonetos
acribillados por la náusea honda de mis vidrios perdularios?
¿Irse sobre puentes o contratar lomos
de serpientes?
De esos versos pendientes sabor a nada,
de esas odas frías sabor a sol, de esas vidorrias inhabitables,
fortuitas, dignas de tanta malgastada fama, de ese cuartel de risas
nacaradas de mar, de esos trasgos que no causan estragos, de esos
martillazos de placer fuera de gala, de esos soplos sin aire, de esa
vida en la muerte, es que no quiero hablarles, pero ya hablé.
Malú Suárez Villacrés.
(La que sólo se preocupa por la
aprobación de su jodida conciencia)
miércoles, 23 de abril de 2014
domingo, 20 de abril de 2014
sábado, 19 de abril de 2014
miércoles, 16 de abril de 2014
martes, 15 de abril de 2014
jueves, 10 de abril de 2014
martes, 8 de abril de 2014
martes, 1 de abril de 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)