El proyecto denominado “Código
Orgánico de la Economía Social de los Conocimientos, Creatividad e
Innovación”, más conocido en el mundillo legislativo como “Código
de Ingenios”, (aunque de genial no tenga nada), se aprobaría en
las próximas semanas. Se terminó ya el proceso de “socialización”,
palabreja que hoy se usa como sinónimo de divulgación pero que en
este caso responde más a la primera acepción que le da el
diccionario de la RAE: “Socializar.- Transferir al Estado, o a otro
órgano colectivo, algo de propiedad privada…”.
En efecto, el
proyecto referido nacionaliza los derechos de propiedad intelectual
en el Ecuador y los restringe en su ejercicio a la voluntad estatal
que, “por excepción al interés público del conocimiento”,
podrá encargársela a los titulares para su explotación. En otras
palabras, si usted es el autor de un libro o de una canción, en el
futuro esa obra ya no será suya sino del Estado, y usted, autor o
escritor, podrá recibir las regalías por ella siempre y cuando el
nuevo titular del derecho se lo permita, y por tanto, usted podrá
publicar el libro o promocionar su canción si es que el Estado se lo
autoriza. ¿Será que en este evento el nuevo dueño de los derechos
de la obra permitirá su publicación o su explotación cuando no
coincida ideológicamente con el gobierno de turno?
O, por ejemplo,
si usted joven inventor, artesano o programador, pintor o escultor,
ha creado una píldora para inmunizarnos del cáncer, o un modelo de
zapatos, o un software de seguridad inviolable, o un retrato más
vivo que el propio retratado, o una escultura sublime, en adelante
esa obra será del Estado, y solo si él se lo consiente y lo
autoriza, usted podrá resarcirse económicamente por su trabajo.
Dado el espíritu confiscatorio y restrictivo de derechos de este
proyecto, en caso de ser aprobado, se convertirá en un boomerang
cuyo impacto de regreso traerá al país graves consecuencias: En
primer lugar cualquier acuerdo comercial presente o futuro que
tuviera el Ecuador con otros estados o comunidades se vendrá abajo
pues nadie aceptará para sus connacionales un régimen de excepción
o restricción a los derechos de propiedad intelectual que se
protegen y tutelan en casi todo el resto del mundo. En segundo lugar,
le habremos dado el golpe final a cualquier posibilidad de recibir
inversión extranjera en el país, pues no existe ninguna persona o
empresa que esté dispuesta a llevar sus capitales a otra nación si
allí no se le garantiza un régimen con seguridad jurídica,
estabilidad económica y protección de sus derechos. En tercer
lugar, aunque muchos no se hayan percatado aún y no comprendan sus
consecuencias, esta nueva aventura legislativa nos aislará del
circuito comercial del mundo tanto para exportar nuestros productos y
servicios, como para importar los del resto de países alineados con
la protección de los derechos del ser humano, entre ellos, el de la
propiedad privada material o intelectual.
Óscar Vela Descalzo
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección:http://www.elcomercio.com/opinion/rip-propiedad-intelectual.html#. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
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