lunes, 31 de marzo de 2014
domingo, 30 de marzo de 2014
El caminante
He venido rompiendo el
tiempo
riendo o quizás sufriendo
corriendo, caminando o
saltando
en ocasiones cayendo
viendo atrás, viendo
adelante
como cualquier caminante
vida tras vida aprendiendo
olvidando los recuerdos
atesorando la sabiduría
preparándome para el día
sin fecha allá para estar en la brecha
esquivando felonías
trago amargo como maestro
de un sin fin del ímpetu
marcando un terreno
kármico
mojado por la lluvia hecha
vida
donde a veces descanso
donde a veces estoy solo
relajando la espera
ahogándome en paciencia.
El Desaparecido
sábado, 29 de marzo de 2014
jueves, 27 de marzo de 2014
La reencarnación es un proceso evolutivo del alma para permitir que el hombre comprenda la razón del universo. La reencarnación transforma a un ser tenso y rígido que permanece en la baja vibración del miedo en un ser flexible, etéreo, que vibra en la altísima frecuencia del amor. Solo se puede evolucionar tomando millones de decisiones y experimentando sus resultados. Se vive mas de una vez, la muerte solo es una puerta para cambiar de circunstancias.
Reglas para ganar amigos e influir en las personas:
1. No critique, no condene, ni se
queje.
2. Demuestre aprecio honrado y sincero.
3. Despierte en los demás un deseo vehemente.
4. Muestre interés sincero por los demás.
5. Recuerde que para toda persona, su nombre es el sonido más dulce e importante en cualquier idioma.
6. Sonría, sonría en grande. La sonrisa abre puertas.
7. Hable siempre de lo que interese a los demás.
8. Sea un buen oyente. Anime a los demás a que hablen de sí mismos.
9. Haga que la otra persona se sienta importante y hágalo sinceramente.
10. No haga a los demás lo que no quiere que le hagan a usted.
2. Demuestre aprecio honrado y sincero.
3. Despierte en los demás un deseo vehemente.
4. Muestre interés sincero por los demás.
5. Recuerde que para toda persona, su nombre es el sonido más dulce e importante en cualquier idioma.
6. Sonría, sonría en grande. La sonrisa abre puertas.
7. Hable siempre de lo que interese a los demás.
8. Sea un buen oyente. Anime a los demás a que hablen de sí mismos.
9. Haga que la otra persona se sienta importante y hágalo sinceramente.
10. No haga a los demás lo que no quiere que le hagan a usted.
Dale Carnegie
miércoles, 26 de marzo de 2014
martes, 25 de marzo de 2014
Combatir la "adaptación hedónica" apreciando lo que se tiene
Comprar no nos hace más felices debido
a la adaptación hedónica, mecanismo psicológico mediante el cual,
una vez saciado un deseo, otra necesidad ocupa su lugar y
permanecemos tan insatisfechos como antes, rindiendo homenaje a una
vieja canción de The Rolling Stones.
La adaptación o rueda hedónica
compara el comportamiento humano con el de un hámster corriendo en
el interior de una rueda, siempre en el mismo lugar, sin importar lo
rápido que vaya.
Corriendo dentro de la rueda / subiendo
la piedra a cuestas
La teoría de la rueda o cinta de
correr, que expone cómo la gratificación de nuestros impulsos nos
mantiene siempre en la misma posición sin importar lo que compremos
o hagamos, ha sido usada por el psicólogo inglés Michael Eysenck a
finales de los 90, a partir de estudios previos de varios
investigadores.
La tendencia humana a volver a su nivel
de bienestar con independencia de estímulos positivos o negativos,
emula el comportamiento del roedor en la rueda, en una repetición
del mito de Sísifo, condenado ad aeternum a subir una piedra por una
empinada ladera que se le escurría al llegar a la cima y le obligaba
a empezar de nuevo.
Dicen los estudios psicología de las
últimas décadas que el ser humano es incapaz de lograr un bienestar
duradero con estímulos externos debido a nuestra naturaleza
insaciable.
Perdiendo interés en lo que hemos
conseguido
Según el filósofo y escritor William
B. Irvine, "después de trabajar duro para obtener lo que
queremos, perdemos interés de manera rutinaria en el objeto de
nuestro deseo. En vez de sentirnos satisfechos, nos sentimos
aburridos y, como respuesta a la desgana, nos ocupamos en formar
nuevos deseos, todavía mayores".
Siguiendo la llamada de nuestro
instinto evolutivo, nuestro cerebro premia con una sensación de
placer, similar a la obtenida por un adicto al obtener una dosis de
su adicción, obtenida con la gratificación instantánea.
Pero, como ocurre con cualquier
adicción, una vez hemos saciado este mecanismo de gratificación
instantánea, sea en forma de azúcares y grasa para el cerebro, o
saciando el apetito sexual, yendo de compras, etc., otro deseo ocupa
el anterior, y vuelta a empezar.
Elogio de la gratificación aplazada
La gratificación aplazada, consistente
en regular nuestros impulsos para obtener tranquilidad y bienestar
duraderos, contrarresta los riesgos de la gratificación instantánea;
pero, a diferencia de esta última, la gratificación aplazada no
ofrece placer instantáneo.
En las últimas décadas, los modelos
sociales y culturales han primado los mecanismos de gratificación
instantánea, como el consumismo de masas y el marketing moderno,
mientras la sensatez y frugalidad de la gratificación aplazada,
apoyada por la filosofía clásica y la psicología positiva, han
retrocedido como valores individuales y colectivos.
El hedonismo inconsciente consiste en
una desordenada e irreflexiva militancia de la mayoría de la
población en valores que invitan a aspirar a placeres instantáneos
y fáciles de obtener.
La adaptación hedónica funciona como
cualquier adicción
Pero, como se ha demostrado más que
nunca en las últimas décadas, mayor poder adquisitivo, alimentos
con más azúcares y grasas, mayor libertad sexual y productos cada
vez más sofisticados y baratos, no han obrado el milagro.
La adaptación hedónica nos impide
disfrutar más cuando "aumentamos la dosis". Lo único que
conseguimos es aumentar nuestra dependencia de aquellas actividades
que sacien nuestros instintos del modo más instantáneo y parecido
al de una droga.
Los psicólogos Shane Frederick y
George Loewenstein estudiaron y dieron nombre al fenómeno de la
adaptación hedónica. Lo ilustraron con la lotería: ganar la
lotería permite a cualquiera vivir como había soñado.
No obstante, después de un período
inicial de euforia incontenida, quienes han ganado la lotería
vuelven a niveles de felicidad (bienestar, etc.) similares a los que
tenían con anterioridad.
Sin razón ni reflexión interior, el
bienestar es más caduco
Ello es debido a que la gratificación
instantánea no incide en los mecanismos que aumentan el bienestar a
largo plazo, como solventar problemas y preocupaciones interiores,
que tienen poco que ver con un entorno lleno de pequeños placeres.
Los filósofos clásicos coinciden con la psicología positiva
moderna en este punto.
Ocurre algo parecido cuando compramos
cualquier cosa que se nos haya antojado, tengamos la necesidad
objetiva de adquirirlo o, por el contrario, la hayamos generado para
justificar el esfuerzo económico.
Al principio, justo después de
comprar, nos maravillamos por las características del teléfono
inteligente, la prenda de ropa, la televisión de pantalla plana, el
vehículo más rápido y espacioso, la casa más grande.
Al pasar un tiempo, no obstante, el
mecanismo de la adaptación hedónica surte efecto y sentimos
indiferencia ante lo que habíamos comprado; sin mostrarnos críticos
con el fenómeno, nos encontramos anhelando la última versión,
recién presentada, del teléfono inteligente, u otra prenda de ropa,
o una televisión más grande, o un vehículo y vivienda más grandes
y sofisticados.
Cuando creemos que nuestro bienestar
depende de las apariencias
La adaptación hedónica coincide con
otro fenómeno psicológico que influye sobre nuestra percepción de
nuestro bienestar relativo y el de los nuestros: de manera también
inconsciente, comparamos nuestra situación con la de nuestro entorno
inmediato (vecinos, familia), y queremos mantenernos a su rueda.
Cueste lo que cueste.
Es el llamado consumo conspicuo, o
competitivo, teorizado por Thorstein Veblen, mediante el cual un
individuo aspira a mantener un determinado estatus social en su
entorno.
La versión más perversa del consumo
conspicuo es el consumo envidioso, un término sociológico más
especializado que se refiere al consumo conspicuo deliberado de
bienes y servicios para provocar la envidia en otros.
Sobre la búsqueda del bienestar
esencial
Stephanie Rosenbloom describe en The
New York Times la crisis existencial por la que Tammy Strobel, una
jefa de proyecto californiana que contaba con todos los bienes
materiales identificados por la sociedad como el arquetipo de la
felicidad en los suburbios: capacidad de compra, casa espaciosa, dos
coches, etc.
Tammy Strobel no era feliz, así que
ella y su marido optaron por una vida menos centrada en
acumular-renovar-sustituir productos y servicios. Se desprendieron de
objetos innecesarios ("decluttering"), redujeron gastos y
dieron más importancia a las experiencias y acciones que reforzaran
más su vida interior y su relación.
Tras desacelerar su tren de vida e
interesarse por una vida más sencilla, Strobel y su marido, Logan
Smith, ambos de 31 años cuando se escribió el artículo, decidieron
comprobar si, como intuían, que la adquisición de bienes materiales
no hace feliz.
"La idea de que tienes que hacer
las cosas a lo grande para ser feliz es falsa", dice Tammy
Strobel en el artículo.
Nuestra experiencia: el atractivo de la
vida sencilla
Preparando nuestros artículos y
vídeos, Kirsten Dirksen y yo mismo hemos conocido a muchas personas
de diversos lugares que, sin leer publicaciones de psicología
avanzada, ni siquiera ensayos sociológicos o de filosofía, han
llegado a la misma conclusión que los estudiosos de la adaptación
hedónica: tener más no aporta mayor felicidad.
Eso sí, la búsqueda de más cosas,
mejores, de una versión más avanzada y superiores a las de nuestro
entorno inmediato sitúa nuestro comportamiento impulsivo para
conseguir gratificaciones instantáneas a la altura de una adicción
más.
Las buenas noticias: las adicciones
pueden curarse. Las malas: las adicciones con un profundo
protagonismo psicológico son más difíciles de combatir que las que
cuentan con una naturaleza más somática. El primer paso es ser
consciente del propio comportamiento.
Sí que pasa y sí, puede evitarse
En sus estudios psicológicos, Shane
Frederick y George Loewenstein observaron que el fenómeno de la
adaptación hedónica se producía en tantas formas como mecanismos
tiene el ser humano para saciar su apetito ancestral por la
gratificación instantánea.
Padecemos adaptación hedónica cuando
conseguimos el puesto de trabajo anhelado, e incluso con nuestras
relaciones.
William B. Irvine explica este caso con
un ejemplo en su ensayo Guide to the Good Life: "Conocemos
al hombre o la mujer de nuestros sueños y, tras un tumultuoso
cortejo, logramos casarnos".
"Iniciamos la convivencia
-prosigue Irvine- con el estado de gracia de los recién casados
pero, al poco, nos encontramos contemplando los defectos del cónyuge
y, no mucho tiempo después, fantaseando acerca de iniciar una
relación con alguien nuevo".
Una vez más, una vez cumplimos con un
supuesto deseo que cambiará nuestra vida para mejor, nos adaptamos a
su presencia en nuestra vida y, como resultado, dejamos de desearlo o
no lo encontramos tan útil, placentero o atractivo como al
principio.
Sobre el uso de la razón y la fuerza
de voluntad
Sísifo, en efecto, está condenado a
volver a acarrear el peñasco justo antes de llegar a la cima de la
colina con él a cuestas.
A diferencia del mito griego, cualquier
ser humano cuenta con su intelecto y voluntad para analizar cómo
influyen en su vida los fenómenos de adaptación hedónica y consumo
conspicuo.
Una vez analizado el problema, es
posible, dicen la filosofía clásica y la psicología positiva
moderna, se le puede poner remedio. Consiste en ser conscientes de
nuestra herencia genética y propensión a buscar la satisfacción
por el camino más meridiano (gratificación instantánea) y aprender
a controlar -no reprimir- este impulso.
Una vez conscientes de cómo funcionan
nuestros mecanismos de placer, el sentido común, la fuerza de
voluntad y los mecanismos de la gratificación aplazada (obtener
beneficios duraderos mediante una conducta racional) son la base
-dicen la filosofía clásica y la psicología moderna-, del
bienestar duradero.
La regularidad de un termostato interno
Los estudios sobre comportamiento y
adaptación hedónica muestran cómo el ser humano reacciona ante los
eventos de su entorno mediante un temperamento "termostato"
que no varía de manera dramática con cambios externos al individuo.
En un artículo para Scientific
American (The Science of Lasting Happiness), Marina Krakovsky
menciona estudios realizados en gemelos en distintos entornos, que
sugieren que alrededor del 50% de la percepción de bienestar o
felicidad de una persona está predeterminado ("punto de partida
genético").
Es más complejo establecer hipótesis
sólidas acerca de qué factores determinan el otro 50%. Según los
estudios, alrededor del 10% se relacionan con el entorno y la
coyuntura, mientras que el 40% restante depende de lo que llaman
"actividades intencionales".
La fuerza de voluntad es un músculo:
si no se ejercita, se atrofia
Por tanto, cerca de la mitad de nuestra
percepción de la felicidad está determinada por nuestra voluntad,
perseverancia y raciocinio. Si tenemos en cuenta que la fuerza de
voluntad se puede ejercitar y se comporta como un músculo.
Cuando se ejercita, por tanto, mejora
su rendimiento; si no la ejercitamos, por el contrario, la fuerza de
voluntad se atrofia, como un músculo físico, exponen el psicólogo
social Roy F. Baumeister y el periodista de The New York Times John
Tierney, en el ensayo Willpower: Rediscovering the Greatest Human
Strength (consultar [Re]Aprendiendo: gratificación aplazada y fuerza
de voluntad).
En nuestro comportamiento cotidiano
emulamos, a grandes rasgos, los dibujos animados desde sus inicios;
en ellos, personajes (comoDonald en 1938) deciden en función de la
gráfica lucha que tiene lugar en su conciencia entre los impulsos
(caracterizados con un pequeño demonio) y los intereses a largo
plazo (solía aparecer un querubín).
Suelen imponerse los impulsos
hedónicos, tanto en los dibujos animados como en la vida real, si el
contrapeso de la gratificación aplazada no surte efecto.
Placer impulsivo vs. intereses a largo
plazo
En este contexto, la gratificación
aplazada se manifiesta con uso de la razón, intereses a largo plazo,
conciencia eudemónica o estoica, psicología positiva e inteligencia
emocional.
Para superar una situación en la que
el individuo actúa como Sísifo, o como un hámster corriendo en el
interior de una rueda, la psicología moderna coincide, por tanto,
con las filosofías de vida en el sentido clásico.
Una filosofía de vida consiste en
cultivar una manera coherente de vivir, estaremos preparados para
resistirnos a los espejismos del placer mal entendido, y aprenderemos
a apreciar otras cosas y situaciones que nos aportan bienestar
duradero.
(I Can't Get No) Satisfaction
La canción de The Rolling Stones en la
que se insiste de manera repetitiva en la incapacidad de satisfacer
nuestros deseos resulta menos anodina de lo que parece a simple
vista. Como la poesía, la lírica musical siempre ha sido capaz de
captar una sensación o intuición de un modo más intenso que una
explicación racional:
- Nos sentimos infelices porque detectamos un deseo o deseos que no hemos satisfecho.
- Nos movilizamos para saciarlo de la mejor manera, con la creencia de que, una vez satisfecho, obtendremos o recuperaremos el bienestar.
- Una vez ha sido satisfecho, nos adaptamos a su presencia y dejamos de desearlo, o lo deseamos menos.
- Acabamos tan insatisfechos como antes de satisfacer el último, penúltimo y antepenúltimo deseo.
50% heredado, 10% contexto, 40% depende
por completo de nuestra voluntad
Es posible romper el maleficio de
Sísifo, o salir de la rueda giratoria en la que nos encontramos.
Según los estudios mencionados
realizados en gemelos que vivieron en entornos separados, la mitad de
nuestra conducta y predisposición a ser positivos (y experimentar
bienestar) están predeterminados por nuestra herencia genética.
Además, una pequeña parte de nuestra
capacidad para ser felices (el 10%) depende del entorno. En estos
momentos, por ejemplo, la recesión económica atenaza a más
personas que hace unos años en los países más desarrollados.
Pero el 40% restante depende de la
propia voluntad y capacidad para servirse del raciocinio y, así,
lograr un cierto bienestar objetivo, más allá del contrapeso de
nuestra herencia genética y el contexto donde vivimos.
Guía de la buena vida
En Guide to the Good Life, William B.
Irvine explica que "una clave para la felicidad consiste en
prevenir el proceso de adaptación [hedónica]: necesitamos dar pasos
para evitar dar por sentadas, una vez conseguidas, las cosas por las
que tanto luchamos por obtener".
Es posible, dice Irvine, perfeccionar
una técnica interior para mantener vivo el deseo sobre las cosas que
ya tenemos. El modo más rápido y económico de lograr el bienestar
duradero es saber apreciar nuestra situación.
No importa si es idílica o no para
otros, lo crucial es cómo nos percibimos a nosotros mismos, y con
qué consistencia y coherencia usamos la razón para extraer siempre
lo positivo de lo que ya tenemos, concluye Irvine.
Para este profesor de filosofía, una
posible respuesta para entrenarse y ejercitar habilidades como la
fuerza de voluntad, el tesón, la perseverancia o el raciocinio, es
cultivar una filosofía de vida coherente.
Anular los efectos de la adaptación
hedónica
No hace falta etiquetar este esfuerzo
racional por ver el vaso medio lleno. Tampoco se requiere ser un
iluso: siendo más felices con menos nos preparará para apreciar lo
que merece ser apreciado.
Y el pesar por no llevar el último
móvil, coche, o prenda de ropa, perderá su sentido, tanto para el
individuo como para su entorno.
La adaptación hedónica habrá dejado
de surtir efecto.
Nicolás Boullosa
lunes, 24 de marzo de 2014
domingo, 23 de marzo de 2014
La idea
De mi pensamiento oscuro
surge la idea suicida
como lanzarme al mar
en su profundidad mas prolija
por seguir una luz
divisada sin creer que es el tiempo
cuando la noche esta en pleno
y las nubes me dan su cobijo
en un descanso que ahora parece lejos
...y no me quejo
cuando la voz de mi juicio ya no
importa
los recuerdos comienzan a marchitarse
los errores comienzan a opacarse
y surge esa idea suicida
riesgo a tomar por amor a la vida
disfrutando mis últimos días
en las nubes cerrando mis ojos
un instante instintivo
pensando como construir
mis alas en el camino.
El Desaparecido
jueves, 20 de marzo de 2014
El vampiro
Tu que como una cuchillada
Entraste en mi triste pecho,
Tu que, fuerte cual un rebaño
De demonios, viniste
A hacer tu lecho y tu dominio
En mi espíritu humillado,
-Infame a quien estoy unido
como una cadena al galeote-
como un juego al jugador,
como a la botella el borracho,
como al gusano la carroña,
-¡maldita seas, maldita!
Rogué al rápido puñal
Que mi libertad conquistara,
Dije al pérfido veneno
Que socorriese mi cobardía.
Mas ¡ay! puñal y veneno
Despreciándome, me han dicho:
"No mereces que te arranquen
de esa maldita esclavitud.
¡imbécil! – si de su imperio
nuestro esfuerzo te librara,
tus besos resucitarían
de tu vampiro ¡el cadáver!
Charles Baudelauire
El nunca
El nunca, aquel perpetuo de un día
erguido en terrenales palabras
en la lejanía de los falsos cariños
cueva, escondite y resistencia
pierde esencia y fuerza
como un gato curioso en la noche
escondido, espiando enseñando la
oreja...
Recuerdo lo que nunca a pasado
en el océano donde pongo mi alma
y niego la madrugada ansiando la noche
forzando a la vida, odiando el tiempo.
Y el nunca que nunca se calma
mentiroso su nombre me abandona a mi
suerte
devolviendo mi alma donde estuvo alguna
vez
orgullosa del latido profundo en mi
pecho
y de la sangre victoriosa de mis
ancestros
se disipa el miedo, y se, que solo es
cuestión de tiempo.
El Desaparecido
jueves, 13 de marzo de 2014
Muere lentamente
Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee, quien no escucha música,
quien no halla encanto en si mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor
propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente quien se transforma en
esclavo del habito,
repitiendo todos los días los mismos
senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.
Muere lentamente quien evita una pasión
Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los
ojos
y los corazones decaidos.
Muere lentamente quien no cambia de
vida
cuando está insatisfecho con su
trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo
incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en
la vida huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy!
¡Haz hoy!
¡Ariesga hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te olvides de ser feliz!
Pablo Neruda
lunes, 10 de marzo de 2014
domingo, 9 de marzo de 2014
Mi enseñanza - Buddha
Mi enseñanza
no es una
filosofía.
Es el resultado de
experiencia directa.
Mi
enseñanza
es un medio de
practicar,
no algo
a lo que
aferrarse
o motivo de adoración.
Mi enseñanza
es como una
balsa
que permite cruzar
el río.
Sólo un tonto
llevaría
la
balsa de vuelta
después de haber llegado
y alcanzado
la
otra orilla
de la liberación.
~ Buddha ~
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