El alma
camina marchita
en
translucida penumbra en el aire
indiferencia
transpirada por sus poros
los
cuales son un tesoro
en cada
instante húmedo, el sudor
que
ahora divaga bajo la luz
se quiere tocarla y estrecharla
beberla
cual póculo fresco
reluciente
por los destellos de su piel
pero me
detengo
y vuelve
la odiada
pesadumbre
de un soplo oscuro
que
entardece el más claro de los días
pero
maldita la esperanza
que nace
tras su vos
melancólica,
perdida
y dice
su parlamento
pues le
ha llegado el momento
de
actuar en la obra del amor
aveces
olvida su libreto
pero
actúa con ímpetu
para
servir al corazón
y si
debe sucumbir ante el dolor
oídos
no tendrá para escuchar
ojos no
tendrá para ver
piernas y brazos tendrá para poder levantarse
sin
importar lo que vendrá.
El Desaparecido
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