Tras el hombro el carcaj : un pie
adelante;
con el brazo fortísimo membrudo
tendiendo el arco;
y, con mirar sañudo,
inclinado el etiópico semblante,
así, en hilera, el batallón
gigante
de dolores me acecha torvo y mudo;
y sus saetas clava
en mi desnudo
ensangrentado pecho palpitante! ...
¡Mas no de tus flecheros me
acobardo
ante el airado ejército sombrío;
sus golpes todos
desdeñoso aguardo!...
¡Manda a tu hueste herirme, oh Hado
impío,
hasta que lancen su postrero dardo!
Hasta que se halle
su carcaj vacío.
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