¡Ah Wiraqocha, de todo lo existente el
poder!
Que éste sea hombre,
que ésta sea mujer
(dijiste).
Sagrado... señor,
de toda luz naciente
el
hacedor.
¿Quién eres?
¿Dónde estás?
¿No podría
verte?
¿En el mundo de arriba
o en el mundo de abajo,
o a
un lado del mundo
está tu poderoso trono?
¡Jay!, dime
solamente
desde el océano celeste
o de los mares terrenos en
que habitas.
Pachacamac
creador del hombre.
Señor, tus
siervos,
a ti,
con sus ojos manchados
desean verte.
Cuando
pueda ver,
cuando pueda saber,
cuando sepa señalar,
cuando
sepa reflexionar,
me verás,
me entenderás.
El sol, la
luna,
el día, la noche,
el verano, el invierno
no están
libres,
ordenados andan:
están señalados
y llegan
a lo
ya medido.
¿Adónde, a quién
el brillante
cetro
enviaste?
¡Jay!, dime solamente,
escúchame
cuando
aún
no estás cansado,
muerto.
Poema Inca
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